Yo invito a Jonathan Ramos porque es de los pocos que entendió algo que muchos no quieren aceptar:
que ser emprendedor no es ser libre… es ser esclavo del desorden hasta que aprendes a ponerte tus propias reglas.

Jonathan no nació siendo brillante.
No tenía contactos.
No tenía inversionistas.
Tenía lo mismo que todos: una cuenta vacía y la idea romántica de que emprender era tener tiempo y plata.

Y como todos, se dio el porrazo.

Se llenó de tareas, de ideas, de ansiedad.
Publicaba sin plan, vendía sin estrategia, dormía sin descanso.
Y lo peor: le iba “más o menos” bien. Lo justo para no parar, pero no lo suficiente para tener paz.

Hasta que un día se sentó con él mismo y dijo: “esto no escala. Esto no es libertad. Esto es una trampa que me armé yo solito.”

Ahí cambió el juego.

🎯 Se ordenó.
🎯 Estableció horarios.
🎯 Creó un sistema de venta, de prospección, de contenido.
🎯 Se posicionó.
🎯 Y se obligó a cumplir… como si tuviera un jefe.

¿La diferencia? Esta vez, el jefe era él.
Y por primera vez, se respetó más que cuando trabajaba para otros.

Lo que me dejó Jonathan no fue un discurso inspirador.
Fue una cachetada con guante blanco:
No importa cuánto talento tengas, si no hay estructura, tu negocio te va a tragar.

Jonathan no es “exitoso” porque tiene seguidores.
Es exitoso porque dejó de improvisar.
Porque entendió que sin presencia no hay confianza.
Y que sin confianza, no hay venta.

Este capítulo te confronta si eres de los que se jacta de "ser su propio jefe",
pero vive atrapado en su propio caos.

Y si estás empezando…
no cometas su error: no esperes al colapso para armar sistema.

Hazlo desde ya.
Hazlo en silencio.
Hazlo aunque nadie te aplauda.

Porque al final, lo que Jonathan nos enseña es esto:
el orden no te quita libertad… te la construye.

Presentación completa aquí: https://youtu.be/OLxrU-_NUZQ

Te dejo mis apuntes, quizás te sirvan.

  1. La libertad sin estructura es autoengaño.
    Emprender no es hacer lo que quieras. Es hacer lo que se necesita, incluso cuando no tienes ganas.
  2. No necesitas ser un genio. Solo necesitas aguantar más que los demás.
    Disciplina silenciosa vence al talento ruidoso.
  3. Tu negocio debe tener reglas claras, incluso si eres tu propio jefe.
    Si no hay orden, no hay escala. Si no hay escala, todo depende de ti. Y eso no es libertad.
  4. El propósito gana donde el dinero se agota.
    Hacer algo con sentido te sostiene en los días en que el banco no alcanza.
  5. No necesitas 10 ideas. Necesitas 1 idea con constancia brutal.
    Jonathan eligió dejar de probar todo. Apostó por 1 sistema, lo afinó, y lo hizo rentable.

¿Cómo aplicarlo en tu día a día?

  1. Escribe tus propias reglas de trabajo.
    ¿A qué hora empiezas? ¿Qué no negocias? ¿Cuántas horas produces de verdad? Escríbelo. Respétalo.
  2. Crea una rutina realista, no “motivacional”.
    Deja de esperar el momento perfecto. Diseña uno que funcione incluso cuando estás sin energía.
  3. Elimina la improvisación en tu negocio.
    Establece procesos para vender, crear contenido, atender clientes. Aunque sea simple. Pero que exista.
  4. Vuelve a escribir tu por qué.
    ¿Por qué empezaste? ¿Qué impacto querías lograr? Esa brújula te va a salvar en días grises.
  5. Haz menos, pero mejor.
    No busques el próximo curso o modelo. Elige una idea, clava bandera, y entrena como si fueras atleta olímpico.

    un abrazo, Miguel Ángel
    Gracias Jonathan Ramos, El emprendedor inteligente.