Yo vi a Julián Larrea en el escenario y supe que algo distinto estaba por pasar.
No por la estética. No por el PowerPoint. Por la energía con la que respiraba.
Había algo real. Crudo. Presente. Y esa honestidad me dijo, wn, aquí es..
No vino a contarte que todo le fue bien. Vino a contarte que le costó hablar. Que tenía pánico. Que en reuniones de cinco personas su cuerpo se bloqueaba y necesitaba que alguien lo salve.
Pero lo más tremendo no fue eso.
Lo tremendo fue la forma con la que lo decía, como quien ya no se castiga por haber tenido miedo.
“Me gustaba hablar… pero me paralizaba”, dijo.
Y ahí me lo entendí todo. Porque es una frase que muchos llevan tatuada en silencio, yo la lleve por mucho tiempo y me aterra pensar que el sistema este medio creado para eso, por que es algo súper común.
Puedes tener la visión más poderosa del mundo, pero si el cuerpo no te acompaña, si el miedo te controla, ¿qué mierda haces?
Bueno, él lo enfrentó. Lo caminó. Y hoy habla desde otro lugar: desde haberlo caminado.
Y no solo eso. Después tiró una frase que se me quedó grabada como si me la hubiera dicho a mí solo:
“Ningún reino contra sí mismo prevalece.”
Paff...
Ahí entiendes que no es solo marketing, ni propósito, ni estrategia.
Es coherencia. Es unidad interior.
Porque no puedes transmitir poder si estás partido por dentro po wn.
Y Julián lo estuvo. Lo reconoció. Dijo que fue uno en la oficina y otro en su vida.
Y que esa grieta lo desgastaba. Que hasta que no se alineó, todo lo que construía se le caía encima.
Pero el momento en que más me llamó la atención fue cuando miró al público y dijo algo que me pareció sagrado:
“Yo no vine a mirar. Yo me involucro. Yo me meto. Yo escucho.”
Eso, es fuego de vida.
En un mundo de oradores que te vomitan teoría, este crío se mete contigo.
Escucha. Te mira. Se preocupa.
En la antesala me dijo: todos los marketeros se hacen mierda entre ellos y hasta el día de hoy dije, wow, yo predico unión y también tiro mierda a otros...no por sus métodos, por sus mentiras, pero en realidad, es peo de ellos...
Gracias por eso, rápidamente volví a mi centro luego de ese cachetazo de alguien con mas experiencia que yo.
Julián no vino a hablar desde la pose o el marketing, sino desde una espiritualidad profunda. Desde un lugar de presencia real.
Ese día me llevé una certeza: estamos viendo nacer a una nueva generación de empresarios.
Gente que automatiza, sí. Que escala, también.
Pero que no se olvida de lo humano. Que no busca aplausos, busca transformación.
Este cabro no vino a mostrarse.
Vino a ofrecer lo que había sanado.
Y eso… eso, es de guerrero.
Ahora bien, si crees que vino a habalr de sistemas para ganar tiempo, estas muy equivocado.
Vino a hablar de sistemas como acto de amor.
Como la manera en que puedes cuidar a tu equipo aunque no estés.
Como el puente que armas para que otros no se caigan donde TU MISMO te rompiste.
Lo que construyó no es solo eficiencia.
Es una forma de decirle a tu comunidad:
“Estoy pensando en ustedes. Quiero que respiren. Quiero que vivan sin cargar con todo.”
Ese día entendí que automatizar no es deshumanizar.
Es sembrar claridad donde antes había caos.
Es liberar a otros de la esclavitud del desorden.
Es amar con procesos lo que antes intentabas controlar con sufrimiento.
Y Julián, con esa voz tranquila, con esa fe profunda, nos lo dejó claro:
no se trata solo de emprender. Se trata de dejar legado. De armar estructuras que sigan cuidando, incluso cuando tu te cansas.
Mira su consejo aquí: https://youtu.be/OYC5fjGlGxo?si=5CG1R-9D_l1TodrV
Qué aprendí de Julián
Que se puede tener miedo y aún así avanzar.
Que la verdadera autoridad viene de la coherencia.
Y que cuando alguien escucha de verdad, eso puede salvarte el día… o la vida.
Un sistema no es algo tecnológico: es un abrazo programado.
La libertad no se alcanza trabajando más: se construye pensando mejor.
El verdadero amor por tu gente, se nota en cómo diseñas tu negocio.
Cómo aplicar esto en tu vida
- Pregúntate: ¿estás alineado con lo que dices?
- Revisa dónde estás "sobreviviendo" por falta de sistemas.
- Mira menos, involucrate más. En tu negocio, en tus relaciones, en tu proceso.
- Y cuando sientas miedo, no te calles. Dilo. Camina. Y usa eso como energía para moverte.
- Para y mira tu rutina: lo que haces todos los días, ¿puede sistematizarse?
- Piensa en el otro: ¿tu equipo, tu familia, podrían vivir mejor si tu dejas de apagar incendios todo el día?
- Escribe procesos como quien deja un mapa del tesoro.
un Abrazo, Miguel Ángel
Gracias Julián!
Conversación entre miembros