No sé si alguna vez sentiste que el fracaso ya es parte de tu apellido.
Que da lo mismo cuánto trabajes, cuánto sueñes, cuánto reces: siempre hay alguien que te recuerda que “eso ya lo intentaste”. Que “no es para ti”.
Eso sentí escuchando a Richard Contreras.
Él no vino a dar una charla. Vino a decir verdades.
Verdades que queman, que duelen, pero que salvan.
Richard no construyó gimnasios.
Construyó carácter.
Y eso no se aprende en YouTube, ni se compra en un curso.
Se entrena. Se sangra. Se defiende.
Podría haberse quedado cómodo, haciendo network marketing toda su vida. Pero algo lo sacudió: la necesidad de tener libertad sin pedir permiso. De dejar de mendigar validación en mesas donde no lo invitaron.
Y lo que hizo fue brutal: cuestionó todo. TODO.
Hasta su propio negocio. Hasta su propio éxito.
Y en vez de quedarse como espectador de su frustración, hizo lo que hacen los verdaderos rebeldes: se convirtió en su propio líder.
Cuando lo llamaron loco por escalar una sede con fe y sin excusas, no pidió permiso.
Cuando le dijeron que era muy pronto, que era muy riesgoso, que “mejor espera”... lo que hizo fue firmar el arriendo igual.
Porque Richard entendió algo que muy pocos logran:
La fe no es un deseo.
Es una decisión.
Hoy tiene cinco sedes.
Pero más importante: tiene algo que no se negocia.
La certeza de que no vino a complacer. Vino a construir.
No negocios. No likes. No validaciones ajenas.
Libertad.
Y si algo me quedó tatuado después de escucharlo es esto:
Un negocio no es una estructura.
Es una resistencia.
Una forma de gritarle al mundo: “Sí, me he equivocado.
Pero no me vas a romper. Porque sigo de pie. Porque sigo creyendo. Porque aún tengo fe.”
Así que si estás leyendo esto y te estás por rendir…
Richard también dudó.
Que también dijo: “¿Y si mi negocio no es esto?”
Y fue justo ahí, en ese agujero, donde encontró la verdadera ruta.
Una que no se escala con Excel.
Se escala con fuego.
Presentación completa aquí: https://youtu.be/SNhvUnM56Ew
Te dejo mis apuntes, quizás te sirvan.
Aprendí que no necesitas socios, oficinas ni títulos para empezar.
Lo que necesitas es determinación, enfoque y fe.
Aprendí que la mayoría no fracasa por falta de talento, sino por exceso de permisos: buscan validación donde no la necesitan.
Aprendí que cada error trae una instrucción. Y que si no aprendiste nada, no fue un fracaso… fue una repetición.
Aprendí que la fe se entrena. Que es como un músculo.
Y que si no la usas, se atrofia.
¿Cómo puedes aplicarlo en tu vida?
🔥 Toma una decisión. No esperes tenerlo todo resuelto para empezar. Nadie lo tiene. Empieza igual.
🔥 Protege tu fe. Si tu entorno no suma, no lo incluyas. Tu visión no necesita su aprobación.
🔥 No busques permiso. Si sabes lo que haces, no necesitas justificarlo. Solo hazlo.
🔥 Valora tu conocimiento. Si tú no crees que lo que sabes tiene valor, nadie más lo hará.
🔥 Enfócate donde importas. No intentes hacerlo todo. Haz lo que solo tú puedes hacer.
🔥 Ajusta tu termostato mental. Si llevas tiempo en el mismo lugar, no es el techo: es tu costumbre.
🔥 Invierte en ti. No esperes resultados nuevos con la misma mentalidad de siempre. Fórmate, rodéate bien, mejora.
🔥 Y si vas a rendirte… que sea solo por hoy. Mañana te levantas, y lo haces con más fuerza.
Gracias Richard, por no vendernos humo.
Gracias por mostrarnos que la libertad no es un destino.
Es una forma de vivir.
Un abrazo. Miguel Ángel.
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